Foto de :http://imagina65.blogspot.com.es/2012/03/la-zona-de-los-nombres-dominique.html
Hablar de Dominique Lapierre es recordar títulos de best seller como «Arde Paris», “Oh Jerusalén” , “ La ciudad de la alegría”, donde con su inseparable Larry Collins, nos hicieron pasar grandes momentos y conocer aspectos muy interesantes de la reciente historia.
Recorrió 30.000 kilómetros por América haciendo autostop. Partió con 30 dólares en el bolsillo. Fue su primer reportaje. Tenía 17 años. Conoció a Larry Collins en la Segunda Guerra Mundial. Escribirían media docena de best seller.
Es en Calcuta en el año 1981 donde el francés tiene la oportunidad de conocer a la Madre Teresa. La monja albanesa le dijo: “Los libros no son suficientes “y es aquí cuando pasa dos años conviviendo con los más pobres y escribe una de sus obras maestras: “La ciudad de la alegría”.
Cumpliendo una promesa que se hizo a si mismo destina los derechos de autor y los beneficios de sus conferencias para mantener comedores, barcos-hospitales que navegan por el Ganges y escuelas para alfabetizar niños. También mediante la asociación que Dominique Lapierre y su esposa fundaron: Action pour les Enfants des Lépreux de Calcuta, siguen su misión de ayuda a los más necesitados construyendo pozos de agua potable, ayudando a mujeres a independizarse económicamente…
En una ocasión dijo: “La sonrisa de los niños de Calcuta es mi vitamina”. Quizás es esta vitamina la que hace que este genio de la literatura nos de una lección de vida.
Ahora Dominique Lapierre es un hombre de 80 años que lleva luchando 20 contra el cáncer y que pensaba que el 2011 sería el último año de vida” solo eres viejo cuando no tienes planes” piensa el escritor. Desde su Calcuta querida donde se encuentra renacido y con su último libro «India mon amour» nos regala palabras como estas:
“Fue en la campiña de Bengala.
Fue una niña caminaba cansinamente sobre el estrecho dique que separaba dos arrozales. Llevaba una bolsa llena de libros y cuadernos. Volvía de la escuela y seguramente no había comido nada desde el amanecer.
Me dirigió una bonita sonrisa y me saludó con la mano.
Hurgué en mis bolsillos con la esperanza de encontrar algo que poderle dar. Sólo encontré una galleta y se la di. Me lo agradeció como si le hubiera puesto la Luna en la mano, y luego retomó su camino.
La seguí con la mirada.
Unos minutos más tarde sus pasos se cruzaron con el de un perro esquelético. Vi que la niña partía en dos la galleta y le daba la mitad al animal.
La India me acaba de dar la lección más bella de todas acerca de lo que significa compartir.”(Prólogo)
http://admin.planetadelibros.com/pdf/Fragmento_India_mon_amour.pdf
http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id_edicion=7207&id=77778