El verano ya está cerca y aunque estamos deseando que llegue para disfrutar del buen tiempo, las vacaciones, la playa …. También lo acompaña el calor.
Cada año, notamos más las altas temperaturas y estas perjudican la salud de muchas personas, desencadenando agotamiento, ataques cardíacos o confusión y puede empeorar afecciones existentes como enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Si bien la Organización Meteorológica Mundial no se aventura a atribuir de manera inmediata las olas de calor al cambio climático, si que se prevé que las olas de calor aumenten; Sea o no, lo que si podemos prevenir en gran medida, es su impacto en la salud.
El calor extremo puede desencadenar en serios, ya que nuestro cuerpo se ve obligado a realizar un mayor esfuerzo para mantener la temperatura corporal normal.
A QUIEN AFECTA
El calor no afecta a todas las personas por igual, algunas son más vulnerables, por lo que debemos prestar especial atención y cuidado a:
Mayores de 65 años, que vivan solas.
Mujeres embarazadas.
Personas dependientes en su vida diaria: alteraciones de memoria, de comportamiento, orientación…
Personas con obesidad o exceso de peso.
Personas con enfermedades crónicas: diabetes, obesidad, problemas cardiovasculares, respiratorios…
Personas que toman medicación como: diuréticos, antihipertensores, antidepresivos…
Personas con fiebre o patologías agudas
Personas que hayan manifestado dificultad de adaptación al calor.
Lactantes y menores de 4 años.
QUE HACER ANTE LAS ALTAS TEMPERATURAS
En casa:
Refrescarse cada vez que se necesite. Duchas cortas y templadas.
Hidratarse a lo largo del día.
Crear ventilación cruzada: abrir ventanas para tener corrientes de aire.
Usa el aire acondicionado o en su defecto ventiladores.
Si la vivienda es muy soleada, busca crear sombras durante el día con las persianas o cortinas.
Hielo delante del ventilador para generar humedad.
Meter 10 segundos las muñecas bajo agua bien fría.
La iluminación LED, además de ser la más económica es la que menos calor aporta.
Utiliza ropa ligera y transpirable.
En la calle:
Evite las salidas y las actividades en las horas de más calor y más aún las actividades físicas como el deporte, la jardinería, el bricolaje, etc.
Al salir a la calle, procure estar a la sombra. Lleve la cabeza protegida, vestidos ligeros (algodón) y amplios, de color claro. Lleve una botella de agua consigo
Permanece el mayor tiempo posible en lugares frescos, a la sombra o climatizados.
En los desplazamientos por carretera lleva agua abundante y sigue las recomendaciones de las autoridades y agentes del tráfico.
No te quedes ni dejes a nadie en el coche con las ventanas cerradas.
En la playa, piscina o similar:
Evita la exposición prolongada al sol en las horas centrales del día (de 12 a 17 horas) o quedarse dormido al sol.
Protege adecuadamente la piel, la cabeza y los ojos con ropa, sombreros o gorros y gafas de sol.
Utiliza productos de protección solar adecuados a su edad, tipo de piel y zona del cuerpo en la que se aplican. Estos protectores deberán aplicarse treinta minutos antes de exponerse al sol y renovarse cada dos horas y después de cada baño.
Protege especialmente a los niños y evita que los menores de 3 años estén expuestos al sol y no olvides que el riesgo de quemaduras se incrementa con la altura.
Con la alimentación:
Beba lo más posible, incluso sin sed. La mejor bebida es el agua; beberla regularmente a temperatura ambiente, no demasiado fría; las sopas frías también nos ayudan a estar bien hidratados.
Coma según su costumbre, fruta y verdura, fraccionando las comidas a lo largo del día y en cantidades moderadas.
No consuma bebidas alcohólicas. El alcohol deshidrata porque facilita la eliminación de agua por la orina y aumenta la sudoración.
No abuse de las bebidas azucaradas y excitantes como el té o el café.
Evite las comidas calientes, pesadas y copiosas.
Haz comidas ligeras (ensaladas, frutas, verduras, gazpachos…), que ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor.