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La mayoría de nosotros se ha encontrado en algún momento de nuestra vida, con una persona irracional. Descargan su ira gritando. Las vemos cuando conducimos, en el trabajo, en los eventos deportivos, programas de televisión…algunas pueden estar en nuestro grupo de amigos o incluso en la familia. Suelen ser personas autoritarias, ambiciosas, con baja autoestima, complejo de inferioridad y poca tolerancia a la frustración.
Los ataques de ira son destructivos y se dan en personas irascibles, incapaces de controlar su rabia. Son soberbias y hacen la vida insoportable a los que los rodean. Estas personas que tienden a enfadarse y chillar, tienen más riesgo de sufrir problemas cardíacos, respiratorios o tensión, porque la ira aumenta el ritmo cardíaco, la testosterona( hormona de la conducta agresiva) y baja el cortisol, respuesta ante el estrés.
El que grita nos busca para atacarnos con su arma de combate: la palabra. ¿Como afrontarlos?:
- Si el gritón quiere buscarte, la solución es que no te encuentre. No entres en su juego.
- Escucha sin interrumpir, no reacciones.
- Respira y haz que tu estado de ánimo no se altere. Cuenta hasta 100 si es necesario, funciona.
- Emplea la asertividad y explica la situación concreta con calma.
- Afirma que no te gusta que te griten y que prefieres hablar.
- Pídele con voz serena cuál es el tono en el que de verdad le puedes escuchar.
- Evita posiciones sumisas, no des explicaciones ni intentes caerle bien.
- Háblale con firmeza y díle que no permitirás que te grite.
Por desgracia, vivimos en un momento en que esta conducta se muestra con normalidad . Una «cultura» que se manifiesta en forma de cinismo verbal y conversaciones agresivas.
No hay que olvidar que quien te grita, no sólo rompe la comunicación, te anula y lo más importante, te falta el respeto. No lo permitas.