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El dolor es una sensación desagradable, una señal de alarma que nos avisa que algo no funciona correctamente en nuestro organismo; es la forma en que nuestro cuerpo alerta a nuestro cerebro que la salud no está bien y que hay alguna zona amenazada o enferma. En ese instante estaríamos hablando de dolor agudo, que engloba desde un dolor de cabeza hasta el que se produce a consecuencia de una lesión ocasional (accidente, intervención quirúrgica, parto); suele tener una causa fácilmente identificable e independientemente de su intensidad no se padece por largos periodos de tiempo.
Por el contrario, se denomina dolor crónico aquel que permanece durante un periodo superior a los seis meses. Los dolores crónicos más frecuentes son los de cabeza (migrañas), y espalda, artritis, bursitis, tendinitis, neuropatías, síndrome del túnel carpiano, secuelas posquirúrgicas con lesiones en nervios, fibromialgia, padecimientos inflamatorios… etc.
El sitio adecuado para acudir cuando estamos en estos casos son las unidades del dolor. Son unidades especializadas en la prevención, diagnóstico y tratamiento del dolor.
La unidad del dolor puede reunir varios especialistas como anestesiólogos, neurocirujanos, psicólogos, rehabilitadores, traumatólogos… Como consecuencia de la cronicidad y complejidad de estos casos, se hace necesaria la unión de todas las disciplinas.
Debido que en ocasiones los especialistas no detectan la causa del dolor o no pueden controlar su malestar, algunos pacientes recurren a la medicina alternativa o complementaria, medicina tradicional china, acupuntura, hipnosis… etc.
Las personas que sufren de dolor crónico, suelen ser personas que llevan mucho tiempo haciendo periplos por diferentes especialistas. Esto, junto al propio dolor en sí, hace que acaben desmoralizadas, irritadas y con cuadros de ansiedad y depresión. Por ello, en ocasiones pueden necesitar apoyo psicológico y una medicación adecuada.
